Antecedentes

yo-y-anselmoQuerer contar lo que estaba descubriendo dentro de mi entorno más cercano y el hacer partícipe a todos de de los hechos aquí acontecidos, me llevaron a iniciar esta aventura. Muchos años antes, en mi niñez, fue en realidad cuando todo empezó.
El vivir en un entorno privilegiado, al menos en aquellos años, cuando la gente abandonaba el campo para amontonarse en las ciudades, campo que entonces abundaba y que poco a poco se iba trasformando, cambiando su paisaje llenándolo de calles asfaltadas, grandes avenidas y lujosas urbanizaciones. Los de la ciudad volvían al campo pero esta vez con otras condiciones.

El salir al campo era para mí una gran aventura y tan sólo tenía que cruzar una de estas nuevas avenidas de nombre evocador, que no evocaba para nada su auténtico origen y pasado de importante camino histórico. Recuerdo las retamas que iban dando paso a pinares y encinares. El olor a tomillo y a jara. Mis primeras rutas guiadas, cuando apenas era un niño, de la mano de un vecino con el que salíamos en busca de rico manjar, la seta de cardo que abundaba en este lugar.

Y así empece a disfrutar el placer de salir a andar por el campo en busca de tesoros escondidos, pueblos abandonados, cuevas y barrancas, arroyos y ríos que me fueron enseñando la existencia de un pasado más cercano de lo que podía imaginar. Pronto pase yo a ser el guía, me encantaba perderme por el campo con amigos y compañeros de colegio, llevándoles a conocer lugares en que nunca habíamos estado. Entonces llegaron los mapas, auténticos culpables de mi derrotero, la guía de carreteras cuando salíamos la familia de viaje en vacaciones se quedaba pequeña cuando quería saber más de mi territorio.

Las historias que mi abuelo contaba me marcaron también para siempre.

Qué sorpresa para mí el saber que él era parte de la historia, que como muchos españoles, resulta, pasaron una guerra. Sufrieron sus horrores, como todos, pero lo que el me relataba, que hasta entonces, siendo niño, fueron cuentos y leyendas, pasaron a ser relatos en primera persona de parte de nuestra historia más cercana. Su carisma, encanto y bondad de persona me hizo ver una guerra de una forma diferente, que como a unos cuantos, nos obliga a seguir hablando de ella. ¿Pero es posible hablar de una guerra con carisma, encanto y bondad, cuando a día de hoy siguen abiertas grandes heridas pese a los años transcurridos?

Particularmente para mi la guerra ha sido una escusa para remontarme al pasado, no serán estas heridas las que me lleven a contar la historia, o si preferís “mi historia”, de una manera objetiva, documentada y lo más razonablemente posible. Solo expondré los hechos y no las conclusiones, porque solo los primeros serán demostrables.

Por mi cuenta comencé a leer lo que tenía disponible o quizás lo que llegue a alcanzar. El tiempo pasó y casi olvidé todo esto, hasta que llegó la ocasión y la posibilidad de tomarlo en serio. Quería se participé de algo que me apasionaba y en cuanto obtuve información, gracias a la red de redes, que irrumpió en mi vida de forma relevante, comenzó mi andadura.
La posibilidad de conocer, cotejar y valorar la amplia información que Internet aporta, junto a las herramientas de comunicación que se ofrecen, da lugar a poder iniciarse en la investigación histórica, de una manera impensable hace unos años. Además el poder compartir, intercambiar y debatir toda esta información, enriquece, revaloriza hechos, sucesos y realidades que de otra forma desaparecerían de la historia.

En el año 2009 y ante esta necesidad de compartir mis descubrimientos, entre en contacto con la asociación GEFREMA (Grupo de Estudio del Frente del Madrid). Fundada en el 2003, su trayectoria es un ejemplo de como hay que tratar la historia de una forma documentada, objetiva y razonable. Como socio he colaborado en actividades, investigaciones y principalmente realizando cuatro rutas temáticas sobre la guerra civil en el oeste de Madrid. Pozuelo y Retamares, Boadilla del Monte, Majadahonda- El Plantío de Remisa y Villafranca del Castillo. También en la colaboración de las rutas organizadas en Las Rozas. Para otros grupos y organizaciones, las zonas de Valdemorillo, Navalagamella, Quijorna, Brunete, Villaviciosa de Odón, Villanueva de La Cañada y del Pardillo, Galapagar, Colmenarejo y Madrid.

Desde el primer momento la documentación consultada iba dando pinceladas de información del pasado. La evolución del territorio, sus caminos y carreteras. Antiguas toponimias daban pistas e intrigas a querer saber más. Restos que perduran escondidos y olvidados por la historia, puentes, molinos y antiguas poblaciones. Los mapas dieron paso al trabajo de campo y este a conocer un territorio y su paisaje. Ríos, valles y cerros que lo conforman, tan cercanos que es relativamente fácil recorrer. La guerra fue dando paso al pasado, sin salir de este territorio, quedando como el último capítulo de nuestra historia.

Ahora soy más apasionado por la historia de los puentes, de las aguas y caminos que los cruzan. De los hombres y mujeres que pasaron por aquí y nos dejaron testimonio. De todo lo acontecido y documentado dentro de nuestro entorno más cercano.